Conocer los vinos de
Granada es conocer a sus gentes. Es acercarnos a las personas que los hacen
posibles y comprobar que los sentidos que estimulamos al probarlos tienen su
origen en una ciencia que saben manejar como nadie: el sudor en la tierra y el
amor por la uva. Este es el caso de la familia de Vertijana; una bodega en
Polícar (vino de la tierra altiplano de Sierra Nevada) que Amparo Martos nos
abrió de par en par en una tarde lluviosa, y especial para mí, que ella
transformó en entrañable y amena. Una mujer que representa un claro ejemplo de
que querer es poder; de que el esfuerzo de unos padres por evitar el desarraigo
de la tierra, que todo lo agradece, hace que sus hijas puedan mirar el futuro
con otra esperanza. La eterna lucha de la mujer rural andaluza en defensa de
sus raíces.
En su mirada pude
comprobar el bien merecido orgullo de presumir de uno de los mejores caldos de
la provincia, su "Vertijana 3"; la firme responsabilidad de agradar
con un trabajo honesto sin trampa ni cartón, la de un cultivo respetuoso con las
prácticas ecológicas; y la tranquilidad que da saber que todo ello tiene una
recompensa: el reconocimiento de los exigentes jurados "CINVE" o
"Mezquita"; pero sobre todo, el agradecimiento de sus clientes
alemanes, franceses, o del pueblo de al lado que se acercan a la bodega por sus
botellitas.
Manejar sus vinos en
boca puede resultar un trabajo complejo que quiero dejar para otro momento. Por
lo pronto, quiero seguir saboreando el buen recuerdo y el retrogusto de haberos
conocido.
Hasta entonces, contad con nuestro cariño y mi más firme apoyo en
vuestros proyectos.