El verano es una
época de viajes. Para muchos, una oportunidad para conocer nuevas gentes,
costumbres, e incluso vinos.
El caso que os traigo me
sucedió hace unos días, cuando llegó una clienta entusiasmada por un vino había descubierto en
Cataluña y que yo no podía ofrecerle: el "vin de gel", "vino de
hielo" −como me dijo ella−, o "eiswein",
que es como se conocen estos vinos originarios de Austria, Alemania, o Canada,
donde comenzaron a producirse casi por casualidad.
Estos vinos son un
todo un prodigio que hermana viticultura y naturaleza. Una decide y la otra
elige; y por tales caprichos una uva sobremadurada espera en la cepa hasta que
llegan las primeras heladas. Es entonces cuando, aprovechando la madrugada, se
corta un fruto cristalizado con altos niveles de azúcares y acidez. Esto
alargará su periodo de fermentación y dará un vino de excepcionales
características organolépticas que recompensará el riesgo y el coste asumido.
Realmente, son pocos
los lugares de España que propician este tipo de vinos por lo que no siempre es
posible obtenerlos de forma natural. Los más reconocidos se han conseguido en
Cataluña y Rueda. No obstante, y dado el éxito de los "eiswein", la industria vitivinícola ha
comenzado a imitar estos procesos naturales mediante el uso de nieve carbónica
(hielo seco, o dióxido de
carbono en estado sólido) a modo de maceración en frío (criomaceración) antes
del prensado. Aunque los resultados no sean los mismos −ni tampoco se
pretende−, podemos sacar un gran partido a la uva, mejorando su aromaticidad y
reduciendo la oxidación.
Sin ir más lejos, en
Granada ya son varias las bodegas que trabajan en sus instalaciones con este
sistema, ofreciéndonos unos vinos tan sorprendentes como los que esta amiga
descubrió tan lejos de aquí.
Próximamente
dedicaremos un monográfico a estos vinos; por lo que, si estáis interesados, os
invitamos a asistir.
1 comentarios:
soy la entusiasmada clienta,queria agradecerte tu buen consejo y tu invitacion a este grupo de amigos.
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